Agroecosistema - Dehesa (Badajoz)

Ecosistema: Agroecosistema - Dehesa. Comarca: Badajoz / Badajoz / Extremadura

Compuesta por sistemas de agricultura tradicional y agricultura convencional e industrial, incluyendo nuevas tendencias ecológicas, orgánicas… con el fin de obtener alimentos, fibras y otros materiales de origen biótico. También lo forman los sistemas ganaderos extensivos, con presencia o no de árboles, buena parte de los cuales mantienen usos mixtos y pueden calificarse como agrosilvopastorales.

Labranza
El laboreo se practicaba varias veces a lo largo del ciclo de los cultivos. La primera labor era el alzado del terreno en invierno, que daba lugar al barbecho. Su función era la aireación y la obtención de nutrientes (agua, oxígeno o nitrógeno) además del cambio en la textura del suelo, más mullido para una mejor proliferación de las plantas, y la eliminación de la competencia que las hierbas supondrían al cultivo. Dice el refrán que “el barbecho en enero hace al amo caballero, y el de antes, caballero y con guantes”. La segunda labor era la “bina”, un nuevo pase de reja con idénticas funciones que el alzado. Se solía hacer hacia mayo, evitando especialmente la proliferación de hierbas de primavera y contribuyendo con el polvo que se levantaba a combatir las posibles plagas de la arboleda. Menos frecuente era un tercer pase de reja antes de la siembra. Ahora bien, en los cultivos de segundo año (“rastrojeaos”) era preciso pasar el arado a la rastrojera antes de la siembra, lo que se llamaba “cruzar” o “cojechar”. El laboreo se ha reducido enormemente y ha pasado a realizarse con tracción mecánica, tractor y sembradora. Se ha reducido también el número de pases de reja y el alzado del terreno se ve condicionado por la prohibición de roturar el terreno en tiempo de cría de aves que anidan en el suelo. El laboreo del terreno está relacionado con las prácticas ganaderas, puesto que la remoción y la labor modifican la estructura del pastizal y evitan el embastecimiento, pero también detrae terreno de pastos donde se alimenta el ganado, que solo aprovecha en los barbechos algunas yerbas de verano poco significativas. En cuanto a las prácticas forestales, la labor también controla el crecimiento del matorral y puede afectar al renuevo si en la práctica agraria no se cuida dejar resalvos. El laboreo en zonas de pendiente suponía un problema de erosión, que en algunos casos se intentaba corregir construyendo calzadas con las piedras que sacaba el arado. Estas calzadas, o calzos del terreno, eran líneas de piedras colocadas en sentido perpendicular a la pendiente para frenar la fuerza del arrastre del agua, especialmente en los cauces.
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Siembra
La siembra tenía lugar en otoño, con las primeras aguas; la cebada y avena eran las primeras que se sembraban (refranes populares como "las lluvias de febrero hacen bien a las cebadas" reflejan la importancia de las precipitaciones en determinado momentos del año para que la cosecha sea buena. " Febrero cebadero"). Las semillas se esparcían a voleo sobre los surcos abiertos o, en el caso de algunas leguminosas, sobre los rastrojos, para ser enterradas luego por el arado. Las habas se sembraban“a cocera”, es decir, echando varias semillas cada cierto tramo. Aunque los cultivos más habituales eran los que se sembraban en otoño y se recogían a finales de primavera y en verano, los había también de ciclo más corto, una suerte de barbecho semillado. Este era el caso de los garbanzos, sembrados hacia marzo y recogidos en verano, o los melones y sandías, sembrados hacia mayo y recogidos en verano. Tras la siembra, se solía “maquinar”, o dar un pase con la máquina, una especie de peine que rompía la costra que hubiese desarrollado la labor y eliminaba algunas hierbas que hubieran nacido. Beneficiaba el desarrollo del cultivo y solía hacerse hacia noviembre y diciembre, casi siempre al cereal. Actualmente no se practica. La escarda se hacía manualmente para eliminar malas hierbas, normalmente hacia febrero, a mano o con un “sacho” o escardillo, de ahí que a esta labor de escarda se le llamase “sacha”. Las especies que más habitualmente se sembraban eran trigo (con una gran cantidad de variedades tanto locales como foráneas, tipo cabezón, candeal, curichi, herrera, medina y raspinegro), cebada (caballar y del país), centeno, algarroba (Vicia ar ticulata), altramuz (Lupinus albus), guisante (Pisum sativum), veza (Vicia sativa, V. angustifolia) y haba de las variedades cochinera y tarragona. En el medio barbecho se sembraban garbanzos, sandías y melones. También estaban presentes en los cultivos numerosas plantas adventicias, como la amapola (Papaver rhoeas), la avena loca (Avena sterilis), los jaramagos (Diplotaxis erucoides., D. catholica y D. virgata) o la veza (Vicia sativa subsp. sativa). En la actualidad se ha reducido el número de especies sembradas y casi han desaparecido las variedades locales. Cuando se cultiva es exclusivamente para aprovechamiento del ganado, especialmente como heno, para lo que se siembra una mezcla de veza y avena, o para aprovechamiento a diente. Veza, avena y cebada son los cultivos más habituales, a los que acompaña alguna vez el triticale, de nueva introducción y para aprovechamiento a diente.

Fertilización
Una fuente de fertilizantes para el terreno de la dehesa era el excremento y orín del ganado, especialmente de oveja. Ahora bien, no todo el terreno se majadeaba, o no en todas las fincas se hacía. Solían majadearse los terrenos que iban a ser sembrados por el propietario, mientras que los peores lotes y sin majadear se daban a colonos, que eran quienes llevaban a veces hasta las fincas el estiércol de sus cuadras. El estiércol debía dejarse fermentar (cocer) en grandes montones, siendo removido para ello cada cierto tiempo. Una vez hecho, a finales de verano normalmente, se iba esparciendo a pala por los barbechos para la posterior siembra. Sin embargo, en algunas fincas grandes se usó mucho el nitrato de Chile y algo más tarde los fertilizantes químicos. Hoy en día cuando se siembra, cosa cada vez menos frecuente, suelen utilizarse fertilizantes químicos, aunque no en grandes cantidades, que se esparcen con maquinaria específica. El ganado era la principal fuente de fertilizantes, junto con los animales de labor.
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Cultivo
Cosecha
Se hacía a finales de primavera o principios de verano, siendo la avena la primera en recogerse, hacia mayo, y el trigo de los últimos. Aunque hay algunos refranes populares andaluces como "avena de febrero llena el granero" que apuntan a que la cosecha puede ser más temprana. Se hacía con hoz en el caso del cereal, y arrancando a mano o ayudándose de un hocino, a veces con guadaña, en el caso de leguminosas. No obstante, en algunas ocasiones se sembraba cebada como forraje para el ganado, sobre todo las bestias, por lo cual se segaba en verde en primavera. Melones, sandías y garbanzos se destinaban a la alimentación humana. El trigo era base de la dieta de las gentes, aunque una parte también era para el ganado, al igual que el resto de cereal y leguminosas, como también lo era la paja. Los rastrojos, como se ha indicado, eran aprovechados también por los animales. Actualmente apenas se cultiva en las dehesas de la sierra y, en estos terrenos, no se limpia el grano, sino que se recoge como heno y se empaca. En las dehesas más llanas y fértiles hay casos en que se separa el grano de la paja. En cualquier caso, todas estas labores se hacen mecánicamente con cosechadora o, en caso contrario, con segadora, peine y empacadora. El aprovechamiento a diente también es una opción en algunas fincas.

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Reproducción y cría
Cuidado del ganado
Pastoreo y movimientos de ganado
El pastoreo permitía el aprovechamiento de los pastos y del matorral y podía hacerse de dos maneras. Para el pastoreo estante se cercaba el terreno, generalmente con paredes de tapial o piedra. En muchos casos no existían cercas, a veces ni siquiera un cercado perimetral por las lindes de la finca, por lo que era necesario un pastor. Se iba rotando por las distintas hojas de la finca, según los momentos, siguiendo el ciclo de los cultivos o la presencia de bellota, y estableciendo en algunos casos “guardados” o lugares reservados para el crecimiento de pastos. Los pastores, cabreros, vaqueros o porqueros los conducían a distintos careos, es decir, zonas de desplazamiento en el día por distintos lugares de las fincas, según el momento del día y las condiciones meteorológicas.
. Hierbas muy valoradas para el ganado (“yerbas gordas”) eran los alfileres o tenedores [Erodium cicutarium (L.) L’Hér.], la cerraja (Sonchus oleraceus L.), los carretones (Medicago sp.) o la lenguaza (Anchusa azurea). Muy importantes eran también las “yerbas de verano”, como la enredadera o correhuela (Convolvulus arvensis L.), la grama [Cynodon dactylon (L.) Pers.] o la verdolaga (Portulaca oleracea L.), que crecen en los barbechos y rastrojos y tenían gran valor en esa época. Para las cabras eran apreciados por sus brotes, flores o semillas la jara pringosa (Cistus ladanifer L.) y otras especies de este género, la aulaga (Genista hirsuta Vahl), el cantueso [Lavandula stoechas L. y L. pedunculata (Mill.) Cav.], la coscoja, la encina, la escoba [Cytisus scoparius (L.) Link], la retama [Retama sphaerocarpa (L.) Boiss.] o el romero. La función principal del pastoreo era la alimentación del ganado, pero con él se contribuía también al control del matorral y a la mejora de la fertilidad del suelo con los excrementos y orines, además del referido efecto en la composición de los pastos.

La movilidad de los animales los hace especialmente aptos para aprovechar los distintos recursos. Además del desplazamiento por todos los ámbitos de la finca, los animales podían desplazarse entre fincas o entre agroecosistemas, sacando partido de las puntas de producción de biomasa en cada uno de ellos y dando descanso y posibilidad de recuperación productiva al territorio. Además de la trashumancia de rebaños de ovejas procedentes de Castilla, que invernaban en dehesas de Extremadura, existían también desplazamientos entre fincas de un mismo propietario en el municipio o municipios cercanos, adaptándose a las condiciones microclimáticas de cada una de ellas. Así los herbívoros salían de la dehesa a tierras calmas para dejar la bellota a los cochinos en tiempo de montanera; los cerdos iban a las campiñas a aprovechar la espiga caída tras la cosecha o a los olivares a comer restos de aceituna y yerbas primaverales; las vacas se desplazaban a fincas cercanas a ríos en verano, donde la vegetación alta de ribera les era más propicia; y sobre todo las ovejas salían “de agostadero” en verano, a pastar los rastrojos de las tierras calmas, en comarcas de mayor aptitud productiva, o en hojas de labor del mismo territorio. Las ovejas de Castilla se desplazaban en otoño e invierno a dehesas de Extremadura, cuando el frío hacía que no hubiera pastos disponibles en la submeseta norte, para las que se arrendaban fincas o aprovechaban los pastos de las vías pecuarias por las que transitaban, que era sobre todo lo que ocurría en la comarca de Tentudía. El animal que más se desplazaba era la oveja, y el que menos la cabra. La finalidad principal de la práctica era la alimentación del ganado, pero daba lugar a la fertilización del suelo de los lugares de destino y a la recuperación de la vegetación de los de origen.
La trashumancia tenía normas tanto escritas como consuetudinarias, que regulaban el periodo en que el ganado había de desplazarse, las rutas, los días máximos de estancia en descansaderos, la prelación en el paso o el tamaño de las vías pecuarias.
Actualmente la trashumancia es una práctica residual y la marcha a agostaderos es también casi testimonial, aunque más extendida que la trashumancia. Hay que tener en cuenta que las tierras de cultivo no suelen estar alambradas, y la custodia con pastor supone un coste difícilmente asumible. Evidentemente el aprovechamiento con que más se vinculaba el desplazamiento del ganado era la agricultura, a la que complementaba, especialmente por el majadeo de ovejas.
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